La conservación del planeta y la supervivencia de los hombres que lo habitan dependerán de nuestra capacidad colectiva para propiciar un futuro que aúne objetivos económicos y desafíos sociales y medioambientales. Esta convergencia de intereses, en ocasiones contradictorios, cuestiona las formas de gobierno y la manera tradicional de “conseguir el desarrollo”, sacude los cimientos analíticos tradicionales e impone la búsqueda de tecnologías, productos y formas de vida radicalmente distintos.
En este contexto de profundo cambio, la investigación para, con y por los países del Sur adquiere una responsabilidad manifiesta: contribuir a conocer los fenómenos actuales, cómo interactúan, su incidencia y los motores de su transformación. La investigación docente debe representar un papel clave en el análisis y la descodificación, así como en la creación de nuevos modelos de desarrollo y en los procesos de innovación que lo acompañan.
La investigación, la tecnología y la innovación (todas ellas presentes en los ODS 9 1 y 17 2 ) serán decisivas para guiar la “puesta a punto” de estas nuevas formas de producir y vivir juntos. Ahora más que nunca, la investigación docente debe nutrir la innovación para hallar nuevas vías de desarrollo sostenible.
El IRD posee un papel decisivo en el acompañamiento a los cambios que se están produciendo, principalmente de tres formas:
Es fundamental encauzar la transformación de los resultados en soluciones: se trata de un motor clave para conseguir un futuro sostenible.